La guerra en Ucrania es imposible de ganar, la única salida es negociar la paz, asegura Guterres

A punto de cumplirse un mes del inicio de la invasión de Rusia en Ucrania está claro que la guerra “no va a ninguna parte” ha asegurado el Secretario General de la ONU en una declaración a los periodistas en Nueva York.

“Durante más de dos semanas, la ciudad de Mariupol ha sido cercada por el Ejército ruso y contantemente bombardeada y atacada. ¿Para qué? Incluso si Mariupol cae, Ucrania no puede conquistarse ciudad a ciudad, calle a calle, casa a casa. El único resultado de todo esto es más sufrimiento, más destrucción y más horror”, dijo António Guterres.

Sin embargo, el titular de la ONU aseguró que no podemos perder la esperanza y ofreció un rayo de luz cuando dijo que, a partir de sus contactos con diversos actores, puede vislumbrar elementos de progreso diplomático en varias cuestiones clave. 

En su opinión, hay suficiente sobre la mesa para cesar las hostilidades y negociar seriamente.

“Esta guerra no se puede ganar. Tarde o temprano, tendrá que pasar del campo de batalla a la mesa de paz. Esto es inevitable. La única pregunta es: ¿Cuántas vidas más deben perderse? ¿Cuántas bombas más deben caer? ¿Cuántos más Mariupols deben ser destruidos? ¿Cuántos ucranianos y rusos más morirán antes de que todo el mundo se dé cuenta de que esta guerra no tiene ganadores, sino sólo perdedores?”, concluyó el Secretario General.

Mariupol denuncia que Rusia ha deportado a la fuerza a miles de sus habitantes

El Ayuntamiento de la ciudad asegura que las fuerzas rusas se han llevado «a la fuerza» a miles de sus ciudadanos a puntos remotos de Rusia

El ayuntamiento de Mariupol ha denunciadoque la semana pasada las fuerzas rusas deportaron por la fuerza a varios miles de personas de la ciudad, llevándolos a puntos remotos de Rusia. «Durante la semana pasada, varios miles de residentes de Mariupol fueron deportados al territorio ruso», ha asegurado el ayuntamiento de la ciudad en un comunicado difundido a través de su canal de Telegram. Sin embargo, Moscú hablaba de «refugiados» que habían decidido marchar rumbo a Rusia a causa de la guerra en Ucrania.

«Los ocupantes se llevaron ilegalmente a personas del distrito de Livoberezhniy y del refugio en el edificio del club deportivo, donde más de mil ciudadanos (en su mayoría mujeres y niños) se escondían de los constantes bombardeos», asegura.

Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha anunciado este domingo de madrugada que durante laley marcial en vigor se suspende la actividad de varios partidos políticos, ante la guerra a gran escala emprendida por la Federación Rusa y los vínculos de algunos de ellos con este país.

Putin y los crímenes de guerra

La intervención del Tribunal Penal Internacional reduce las posibilidades de dejar impune la actuación del líder ruso

Publicado en El País, 19/3/22

Cada vez es un poco menos cierto que la verdad es la primera víctima de una guerra. Hoy, la documentación gráfica y filmada de la monstruosidad que se abate sobre Ucrania es ingente e ingobernable en las redes sociales y mientras internet funcione. La destrucción del teatro de Mariupol donde se refugiaban cientos de civiles, el bombardeo de un hospital de maternidad o las imágenes con miles de edificios desventrados por los impactos de la artillería han recorrido los móviles y las pantallas de todo el mundo.

Desde el jueves esas imágenes y testimonios empiezan a engrosar la investigación que impulsa el Tribunal Penal Internacional (TPI) tras su visita el miércoles a Lviv, el mismo día en que la ciudad recibía el primer fuego de artillería registrado en una zona muy próxima a la frontera polaca. La delegación encabezada por Karim Kahn, fiscal jefe del tribunal, visitó sobre el terreno Ucrania y mantuvo una entrevista telemática con el presidente Zelenski para iniciar formalmente la investigación destinada a juzgar los presuntos crímenes de guerra cometidos por Putin. Daba cumplimiento así el TPI al anuncio realizado el 28 de febrero de impulsar una investigación por primera vez en un conflicto armado en territorio europeo.

Un crimen de guerra es aquel que somete a un sufrimiento humano y material arbitrario e indiscriminado a la sociedad civil sin que haya justificación militar para ello. El tribunal aspira a determinar la responsabilidad penal individual de quien lo haya cometido u ordenado cometer. La investigación había sido solicitada por 39 miembros del tribunal, entre ellos España, y el jueves la oficina del alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, respaldó la persecución de los “perpetradores” de los delitos, “así como los cargos políticos y los líderes militares” responsables de ellos. Han sido numerosos los líderes occidentales que han acusado a Putin de crímenes de guerra en los últimos días y ahora será el tribunal permanente encargado de juzgarlos el que recabará los datos para la investigación. Termine como termine esta inhumana guerra de Ucrania, Putin tendrá un futuro más tenebroso porque en numerosos países miembros del TPI correrá el riesgo de ser detenido. El propio Zelenski ha pedido a su población que conserve sus vídeos y grabaciones para documentar los crímenes de guerra y ayer se habían abierto ya cerca de 2.000 denuncias por crímenes de guerra en la Fiscalía General de Ucrania, de acuerdo con el Estatuto del tribunal. Afectan a unos 70 cargos políticos y militares rusos.

Ninguna guerra ha sido retransmitida en directo con la nitidez, dramatismo e instantaneidad de esta, y esa puede ser la auténtica losa que persiga a Putin el resto de su vida. La impunidad de tantas causas vistas en un tribunal que en 20 años apenas ha obtenido nueve condenas puede quedar sustancialmente reducida por la celeridad del proceso de documentación, por la ingente cantidad de pruebas y por la flagrante violación de los derechos humanos que Putin ha emprendido sin miedo a testimonios y en pleno desacato a la legislación internacional. Esta vez, el Tribunal Penal Internacional tiene la oportunidad de juzgar en directo y no a posteriori, ni con condenas demasiadas veces simbólicas, delitos que sacuden día a día la conciencia cívica y democrática europea.

La Corte Internacional de Justicia ordena a Rusia que suspenda inmediatamente las operaciones militares en Ucrania

16/3/22

El tribunal está profundamente preocupado por el uso de la fuerza por parte de Rusia en Ucrania, que plantea cuestiones muy graves de derecho internacional, y señala que “no está en posesión de pruebas que justifiquen la alegación de la Federación de Rusia de que se ha cometido un genocidio en territorio ucraniano”.

Rusia debe suspender inmediatamente las operaciones militares iniciadas el 24 de febrero pasado en territorio ucraniano, ordenó este miércoles la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el principal órgano judicial de las Naciones Unidas.

Esta es una de las principales conclusiones preliminares de la Corte sobre la solicitud urgente de medidas provisionales presentada el 26 de febrero por Ucrania luego de la incursión militar rusa en su territorio dos días atrás.

Rusia sustentó la invasión en afirmaciones de que el gobierno ucraniano estaba cometiendo un genocidio en Donetsk y Luhansk en virtud de la Convención sobre la prevención y sanción de ese crimen.

Además de la suspensión de las acciones militares, decisión tomada por 13 votos a favor y dos en contra, en la lectura del dictamen, la presidenta de la Corte, la jueza Joan Donoghue, de Estados Unidos, anunció que Rusia debe garantizar, además, que ninguna de sus unidades armadas militares o grupo irregular, organización o individuo que pudiera estar apoyando promueva acciones militares relacionadas con la incursión rusa en cuestión.

En este punto mencionó las declaraciones del embajador ruso ante la ONU en el sentido de que las Repúblicas de Donetsk y de Luhansk le habían pedido apoyo militar a su país.

La tercera medida provisional, respaldada unánimemente por los quince jueces integrantes del jurado, se refiere a que ambas partes deben abstenerse de cualquier acción que pueda agravar o extender o dificultar la disputa.

Al inicio de la sesión, la magistrada presidente indicó que la Corte “está consciente de la magnitud de la tragedia humana que tiene lugar en Ucrania”.

“El tribunal está profundamente preocupado por el uso de la fuerza por parte de la Federación de Rusia en Ucrania, que plantea cuestiones muy graves de derecho internacional”, dijo Donoghue.

UN Photo/ICJ-CIJ/Frank van Beek

Jueza Joan E. Donoghue, de Estados Unidos, presidenta de la CIJ, en una imagen de marzo de 2021

El tribunal no pide informes a Rusia

Con respecto a la petición ucraniana de dictaminar una medida provisional ordenando a Rusia presentar a la CIJ informes semanales sobre las provisiones tomadas para cumplir con el fallo de hoy, “la Corte se abstiene”, dijo la magistrada.

La jueza recordó que el dictamen preliminar es vinculante y que “de ninguna manera prejuzga la cuestión de la competencia de la Corte para conocer el fondo del caso o de cualquier cuestión relativa a la admisibilidad de la demanda”. Asimismo, apuntó que tanto Ucrania como Rusia tienen derecho a presentar argumentos sobre el tema.

La Corte reportó que Rusia no asistió a la audiencia inicial del caso, celebrada el 4 de marzo, y notó que sus representantes tampoco estaban presentes en la sesión de hoy. No obstante la ausencia, informó haber recibido el 7 de marzo un documento en el que Rusia argumenta que ese órgano judicial no tiene jurisdicción sobre el caso ya que había explicado a la ONU su operación militar por motivos de legítima defensa en Ucrania.

La Corte sí tiene jurisdicción sobre el caso

En este sentido, señaló que la Corte no cuenta con pruebas que respalden las imputaciones que hace Rusia de que Ucrania lleva a cabo un genocidio en Donetsk y Luhansk y añadió que en cualquier caso, es dudoso que la Convención sobre Genocidio otorgue autoridad para el “uso unilateral de la fuerza en el territorio de otro Estado”.

“La Federación de Rusia sostiene que la Corte carece de jurisdicción para ocuparse del caso y le solicita que se abstenga de indicar medidas provisionales y que elimine de su lista el caso”, citó Donoghue de la carta enviada por Rusia.

Agregó, no obstante, que “el tribunal considera que Ucrania tiene un derecho plausible a no ser objeto de operaciones militares” por parte de Rusia y aclaró que  “la no comparecencia de uno de los Estados interesados no puede constituir en sí misma un obstáculo” para llegar a un fallo provisional.

“El tribunal concluye que, en principio, tiene jurisdicción de conformidad con el artículo nueve de la Convención sobre Genocidio para analizar el caso”, argumentó Donoghue.

Como Estados parte de la Convención sobre Genocidio, tanto Rusia como Ucrania tienen la obligación de ajustarse a sus términos; sin embargo, según la Corte, “las partes no coinciden en la implementación” del instrumento y Rusia habría usado y abusado de las estipulaciones que contiene.

La Convención sobre el Genocidio fue adoptada el 9 de diciembre de 1948 y tiene 152 Estados parte. Rusia y Ucrania se adhirieron al instrumento en 1954

Puigdemont y la tuneladora

Hay grandes proyectos pagados con dinero público que acaban en el chatarrero y otros, en un palacete de Waterloo.

Publicado en El País, 17/3/22, por PABLO ORDAZ.

Hace 10 años justos, en marzo de 2012, llegó al puerto de Sevilla una tuneladora gigante. Medía 150 metros de longitud y su cabeza giratoria tenía 14 de diámetro. Había sido construida en Francia a la medida de un proyecto que ya entonces parecía de ciencia ficción: horadar un túnel a 40 metros de profundidad bajo el río Guadalquivir para la autovía de circunvalación SE-40. Durante cuatro días con sus noches, siete camiones de los grandes —incluido uno de 18 ejes— transportaron las 2.200 toneladas del ingenio despiezado a una parcela en Coria del Río, donde se construyó además una gran carpa climatizada para que la tuneladora —que fue bautizada como Guadalquivir, pero que enseguida recibió como mote El Bicho— aguardara en la orilla, calentita en invierno y fresquita en verano, a que llegara el día de entrar en acción. Allí sigue, tan a gusto, vigilada 24 horas por guardas de seguridad, mientras en Twitter se hacen eco de la noticia que publicó hace un par de días la edición sevillana de Abc: “La tuneladora de la SE-40, vendida al peso a un chatarrero”.

Estaba pensando en eso, en cuántas obras faraónicas pagadas con dinero público terminan fracasando y convertidas en chatarra, cuando empezaron a llegar tuits relacionados con las ruinas de otro proyecto imposible. En el primero aparece un vídeo de la sala de prensa del Congreso de los Diputados. Un periodista le pregunta a Gabriel Rufián sobre las supuestas reuniones de Puigdemont con emisarios del Kremlin para tratar de conseguir el apoyo de Putin al proyecto independentista. La respuesta del portavoz de ERC es sorprendente:

—Ustedes saben que yo intento no hablar nunca de Junts o de ese espacio de la antigua Convergència, pero con la que está cayendo lo voy a hacer. Creo que son señoritos que se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada, porque así durante un rato se creían que eran James Bond.

Rufián, como siempre que habla de algo que considera importante, repite la declaración palabra por palabra, y a continuación añade: “No nos representan. Y me estoy conteniendo. Porque es de una frivolidad terrible. Les puedo asegurar que era simplemente para hacerse un selfi en según qué despachos. Y las explicaciones las tienen que dar ellos y ellas. Es de una frivolidad terrible”.

En el segundo tuit aparece otro vídeo. Es de Gemma Nierga en su programa de La 2 de TVE. Entrevista a Clara Ponsatí, que era consejera de Enseñanza en el Gobierno de Puigdemont durante la declaración de independencia. La periodista le pregunta si la secesión es tan importante como para perder la vida. La eurodiputada de Junts per Catalunya no solo dice que sí, sino que advierte: “La secesión no se hará nunca si no se asume que puede provocar muertos”.

El tercer y último tuit se refiere a otra política de Junts, Laura Borràs. La hoy presidenta del Parlament desoyó los avisos que en varias ocasiones le hizo la jefa de administración de la Institució de les Lletres Catalanes en los que le advertía de que los contratos que estaba haciendo a un amigo suyo eran ilegales. Ahora Borràs está procesada por cuatro delitos de corrupción, pero dice que ella no hizo nada, que todo es un montaje de las cloacas del Estado.

Mientras todo esto sucede, la tuneladora sigue allí, bajo su carpa de Coria del Río, sin poder huir a Bélgica como hizo Puigdemont ni a Escocia como Ponsatí; sin ni siquiera disfrutar de la inmunidad que protegerá a Borràs. Hay proyectos faraónicos pagados con dinero público que terminan en el chatarrero y otros, en un palacete de Waterloo. Siempre ha habido clases.

Una guerra contra las mujeres

Resulta más necesario que nunca un feminismo inclusivo, pacifista y ecologista que pueda frenar las derivas bélicas cada vez más desbocadas y que sitúe el foco de nuevo en la vida

EULOGIA MERLE

Publicado en El País

Por AZAHARA PALOMEQUE

10-3-22

En La guerra no tiene rostro de mujer cuenta la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich cómo las mujeres soviéticas que combatieron durante la Segunda Guerra Mundial fueron ninguneadas y humilladas al regresar de la contienda en una doble vertiente: por una parte, sus esfuerzos para contribuir a la victoria, desde puestos que iban de enfermera a francotiradora, jamás obtuvieron un reconocimiento público, como sí lo hicieron los de sus compañeros varones; por otra parte, se les negó incorporarse a la vida cotidiana asumiendo roles tradicionalmente femeninos. La lid era cosa de hombres, y a ellas no les correspondían ni las medallas ni los homenajes de Estado, de la misma manera que tampoco podían convertirse en buenas madres o esposas tras haber vivido tan cerca la muerte —incluso causándola—, y cuestionarse su decencia después de pasar meses en el frente rodeadas de señores con necesidades sexuales que, en teoría, ellas habrían satisfecho. Hablando en plata: eran todas unas putas. Entre la puta y el ángel del hogar oscilaban los únicos papeles sociales concebibles, uno más aceptado que otro; su labor bélica, decisiva en la reconfiguración geopolítica que dio lugar a la Guerra Fría, simplemente se consideraba inadmisible. A ellos, por supuesto, les brotaron los laureles.

Han transcurrido 80 años y varias olas del feminismo desde entonces. Los tiempos —se dice— han cambiado, algunos hasta aseguran que avanzan, pero el desarrollo de la guerra en Ucrania, instigado por Putin con el apoyo de la vecina Bielorrusia, a cuyo régimen autoritario la premio Nobel Alexiévich se ha opuesto en numerosas ocasiones, está provocando un tratamiento mediático que se retrotrae nostálgicamente a la heroicidad viril de las grandes conflagraciones del siglo XX y recrea, de manera anacrónica, un imaginario limitado de funciones posibles de acuerdo a arquetipos de género que creíamos obsoletos. Las casillas disponibles, por cuya diversidad se ha luchado extensamente en este milenio, han quedado reducidas a los actantes que impone la contienda, mientras se refuerza un belicismo pernicioso que parece esgrimirse con la intención de reordenar los marcos de significado y construir una opinión pública cada vez más favorable al exterminio mundial.

De, hace acto de presencia en tono verde camuflaje, cercano a la gente, como el mejor remake del primer Fidel Castro, el de la libertad prometida a los pueblos oprimidos. En la televisión, se procede también a la hagiografía de Klichkó, el alcalde de Kiev, reconocido campeón de boxeo y en posesión de un doctorado; es decir, epítome del equilibrio perfecto entre cuerpo y mente, frente a la masculinidad irracional de Putin. En ambos ucranios se juega no sólo el futuro de su país, sino el de una presunta batalla global al más puro estilo colonial entre la barbarie y la civilización, donde ellos son protagonistas y su legitimidad queda consolidada por las armas. Ellas, las ucranias, se representan en su maternidad como cuidadoras incansables, pero relegadas a un segundo plano; víctimas indefensas, se congregan en la etiqueta conjunta “mujeres y niños”; nunca adultas, excepto cuando son carne de cañón, se las cree listas para ejercer la prostitución. Así, a grandes rasgos, se está elaborando el discurso hegemónico de esta guerra “justa” donde los valores supuestamente democráticos deberían prevalecer untados de la desigualdad intrínseca a esos rostros de mujer, puro afecto o sexualizados, mientras la política se dirime desde la mira de un rifle.

Si algo se puede inferir de la lid en marcha es un retroceso generalizado que afecta a nuestra manera de pensar el mundo —ahora casi irrevocablemente fragmentado en dos bloques compactos— y, con ello, a un feminismo que se ha apropiado de categorías históricamente secundarias, feminizadas, para reivindicarlas como imprescindibles en el funcionamiento de la vida. El problema no es tanto el llanto desconsolado de una madre que huye de los bombardeos con su bebé en el regazo, sino que no se elabore un andamiaje político que abrace la vulnerabilidad inexorable a todos para implementar más medidas de corte social en lugar de fomentar la compraventa de material defensivo. El problema, por ejemplo, tampoco es la tan manida asociación entre la fecundidad femenina y la capacidad de la tierra para engendrar alimentos con los que nutrirnos, sino que no se haya aprovechado esa relación sumamente criticada para promover la práctica ecologista y librarnos de la dependencia fósil que se encuentra en el núcleo mismo del conflicto. A cambio, un militarismo patriarcal ha copado buena parte de los espacios informativos y las conversaciones de líderes mundiales que se han lanzado a ampliar los presupuestos de defensa con el fin de prepararse para una nueva carrera armamentística. Significativos son los casos de Estados Unidos, que batió el récord de su historia; de China, donde el incremento será de un 7,1%, y de Alemania, país que, en cuestión de días, ha pasado de ser reticente a las sanciones contra Putin por la alta dependencia del gas ruso a querer duplicar su partida militar en los próximos años. Si imaginamos la política como una forma de guerra, como necropolítica, en palabras del filósofo Achille Mbembe, debemos juzgar este rearme internacional como síntoma de un paradigma en el que la muerte reina sobre todas las cosas, a veces incluso en nombre de la paz, pero desde luego jamás en el de la igualdad de género.

Sin embargo, no se trata únicamente de la regresión a un universo polarizado en que el ardor guerrero predomina sobre imaginarios alternativos menos inicuos; ni siquiera de que se esté alentando desde casi todos los flancos una posible intervención de la OTAN que acabaría con una mayoría de la población convertida en cenizas; no es mero asunto de representatividad ni de falta de participación política o liderazgo de la mujer; más bien de que todo lo anterior se sumará a una crisis económica descomunal marcada por la inflación y el riesgo de desabastecimiento de materias primas de la que las mujeres saldrán mucho peor paradas porque ya ocupan un peldaño inferior a los hombres en la distribución de la riqueza. Partiendo de una situación perjudicial para muchos, todo apunta a que la precariedad vigente, feminizada, va a exacerbarse en cuanto que la contienda monopoliza los esfuerzos económicos de los Estados y nosotras, junto a otros colectivos vulnerables, caemos del lado de lo que no importa. Por eso es más necesario que nunca un feminismo inclusivo, pacifista y ecologista que pueda poner freno a las derivas bélicas cada vez más desbocadas y sitúe el foco de nuevo en la vida; que destaque los derechos humanos y recuerde a Josep Borrell que no constituyen el “cuento de las mil y una noches”, como afirmó recientemente, sino el acuerdo surgido de una masacre monumental; que alce la voz y el cuerpo y la inteligencia que nos están robando. Eso sí que sería heroico. Lo contrario superaría la invasión de Ucrania; sería una guerra abierta contra las mujeres, y esta vez sí queremos tener rostro: para pararla.

Azahara Palomeque es escritora y doctora en estudios culturales por la Universidad de Princeton. Su último libro es Año 9. Crónicas catastróficas en la era Trump (RIL editores).

Naciones Unidas exige al Kremlin poner fin a la guerra de Ucrania

Que terminen inmediatamente las hostilidades, que se sielencien las armas inmediatamante y que se abra inmediatamente la puerta al diálogo y la diplomacia”

“De los 193 países miembros, 141 votaron a favor y solo cinco en contra. Únicamente Bielorrusia, Corea del Norte, Siria y Eritrea apoyaron a Rusia. Cabe destacar que China, Venezuela y Cuba, aliadas tradicionales de Moscú, decidieron abstenerse.”

La integridad territorial y la soberanía de Ucrania deben ser respetadas, en línea con la Carta de las Naciones Unidas. No tenemos tiempo que perder. Los efectos brutales de este conflicto saltan a la vista, pero por mucho que la situación del pueblo ucraniano sea mala en la actualidad, existe la amenaza de que sea mucho peor», conlcuyó.

La votación tuvo lugar en la que ha sido la primera sesión de emergencia convocada por la Asamblea General desde 1997. El llamamiento a esta votación lo realizaron los países occidentales, después de que Rusia vetase una resolución similar del Consejo de Seguridad.

Una Rusia «aislada y sola»

El embajador ruso en la ONU, Vassily Nebenzia, negó que Moscú estuviera atacando a civiles y reaccionó a la votación defendiendo que esta condena puede contribuir a una nueva escalada de violencia.

El representante de la Unión Europea, Olof Skoog, calificó el voto como «histórico» y aseguró que «el Gobierno ruso está cada vez más solo. Rusia ha elegido la agresión. El mundo ha elegido la paz», dijo.

La representante estadounidense, Linda Thomas-Greenfield, destacó por su parte: «Hemos demostrado que Rusia está aislada y sola y que el coste seguirá subiendo hasta que Rusia ceda».

Paz y cinismo…

Eva Borreguero en El País 23/10/19:

“…) la estruendosa aclamación “somos gentes de paz” y las “marchas por la libertad “ abanderadas por un jovial Quim Torra, cual Gandhi encabezando la célebre Marcha de la Sal de 1930. Sólo le faltaba el gayato. Paradójicamente, y en parte a consecuencia de la estrategia del gobierno español de no caer en la provocación y mantener la respuesta policial un paso por detrás de los radicales callejeros, se ha producido un efecto bumerán que ha sacado a la superficie la violencia de la pretendida “desobediencia civil”: el emperador está desnudo.”