Las Niñas de la Guerra: La guerra no era un juego

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La guerra no fue un juego
Esta serie de animación digital que relata las penurias y andanzas de millares de menores reclutados por grupos armados en Colombia y que hoy buscan reconciliarse con la vida
EL PAÍS. 28/08/2015 11:08
Aturdida por el peso de tantas guerras inútiles, Lorena (nombre supuesto por seguridad) abandonó las filas del grupo armado irregular en el que, por las fatalidades del destino, ingresó tiempo atrás en la zona rural donde vivía, en Colombia. Recuerda que tomó esa decisión la tarde aciaga en que disparó por última vez su arma de dotación. La orden perentoria de fusilar a su mejor amiga venía con una advertencia fulminante: “Si no lo hace, entonces lo haremos nosotros, y luego seguirá usted”.

Las vivencias de Lorena y otras menores de edad reclutadas por grupos armados al margen de la ley y que pululan en las selvas colombianas, forman parte del documental animado Las Niñas de la Guerra, dirigido por Jaime Cesar Espinosa Bonilla y su esposa Yoleiza Toro Bocanegra, en asociación con la productora Hierroanimación. Con este proyecto ganaron el premio Crea Digital del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia (MinTIC), gracias al cual recibieron 231 millones de pesos colombianos–unos 72.000 euros– para la finalización de los cinco episodios de la serie, en los que se relata con un lenguaje poético e intimista las penurias de niños y jóvenes desmovilizados que ingresaron a programas de reinserción social del Gobierno colombiano.

Según Espinosa, estos chicos llegaron a los pelotones por decisión propia buscando quizás un futuro mejor. Pero estas ilusiones se desdibujaron con el paso de los días hasta convertirse en una colección de padecimientos, humillaciones y maltratos. Alejados de sus juegos desde sus edades más tiernas, los niños ya habían probado el sabor amargo de la violencia en el seno de sus propios hogares, donde fueron abandonados y abusados.

Fue tal el grado de barbarie que les tocó por destino a algunos de estos pequeños, que la muerte les hizo guiños incluso antes de haber nacido. A Lorena, por ejemplo, su madre trató de matarla; fue en el octavo mes de embarazo, cuando se arrojó boca abajo desde un mueble alto con el fin de provocarse un aborto. Aunque la niña sobrevivió, nació con los brazos fracturados y desde entonces adquirió el aspecto de desamparo típico en las personas que nunca reciben amor.

Para Eloísa, otra pequeña desmovilizada, la motivación para ingresar a las líneas insurgentes fue la certeza de que llegaría a un entorno de normas rigurosas, diferente del de su hogar libertino donde cada quien hacía lo que se le antojaba: como el novio de su mamá, que a veces se colaba en su cuarto para violarla.

Niñas así son las que protege el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) con el Programa de Atención a Niños, Niñas y Adolescentes Desvinculados de los Grupos Armados Ilegales, que entre 1999 y 2014 atendió a 5.660 menores desmovilizados de los grupos armados al margen de la ley; la mayoría provenientes de los departamentos de Antioquia (625), Meta (405), Caquetá (382) y Cauca (373).

El cine como terapia
Jaime Espinosa sabe que los recuerdos traumáticos se pueden conjurar con los artificios del séptimo arte: así se doman los miedos, se destierran los fantasmas de la cabeza y se afrontan con dignidad los avatares de la cotidianidad. Eso fue lo que le aprendió al cineasta israelí Ari Folman, quien durante el rodaje de su filme Vals con Bashir (2008) dijo: “Pasaba de la depresión más absoluta, fruto de los recuerdos que volvían a mi cabeza, a la euforia más desbordante cuando estaba a punto de hacer una película de animación innovadora”.

Folman estuvo más de veinte años atormentado por pesadillas de pasajes nebulosos de la Masacre de Sabra y Chatila (Beirut, 1982). Nunca olvidó su experiencia en la Guerra del Líbano, cuando prestó servicio militar para el ejército de su país, y un grupo extremista cristiano asesinó a decenas de palestinos en un campo de refugiados con la complicidad de sus huestes que en vez de evitar la matanza se mantuvieron al margen. Folman necesitó del cine para exorcizar los demonios de la culpa; y así fue como nació Vals con Bashir. “Realizar esa película me transformó profundamente. Hoy creo que la hice para que mis hijos la vean un día y entiendan por qué no deben participar nunca en una guerra”, concluyó.

Espinosa Bonilla, caleño de 45 años, también ha desfogado sus sentimientos a través del cine. Desde 2001, ha desarrollado su carrera cinematográfica alrededor del conflicto armado, pero desde la mirada de las víctimas y los supervivientes de la guerra. “No me interesa mostrar el combate ni las escenas de tiroteos, explosiones y muertos que no aportan nada a la narrativa de mis historias», manifestó. «Me gusta más bien concentrarme en relatar la intimidad de los seres humanos devastados por la guerra, en retratar cómo reconstruyen sus vidas”.

Ha dirigido largometrajes como Helena, que estrenó en 2006 después de cinco años de investigación previa. “Es un filme de ficción narrado a partir de los testimonios de víctimas del genocidio de la Unión Patriótica, con una mirada de posconflicto: cómo se vive después de la guerra”, –explicó. Desde entonces, Espinosa tiene una sensibilidad especial por las víctimas de la guerra, con la intención de resaltar lo que nunca muestran las noticias.

La idea que dio origen a Las niñas de la guerra surgió hace ocho años cuando la Universidad de Caldas (donde trabaja como docente) se ganó una licitación del ICBF para ofrecer formación a 40 menores desmovilizados. “Me dijeron que debía hacer un vídeo institucional para destacar las acciones del programa de atención que ofreceríamos a estos chicos”, recordó Bonilla. Pero él no hizo un vídeo: su propósito, al conocer la demoledora realidad de estos niños, fue producir un documental animado al estilo de Vals con Bashir.

Para Espinosa, los documentales generalmente se realizan por un proceso de extracción en el que los realizadores llegan al territorio y convencen a la comunidad de dejarse grabar y luego se van: nunca dejan nada a cambio. Buscando impactar a estos chicos, junto a Yoleiza y con el apoyo de la Universidad de Caldas y el ICBF, les ofrecieron una serie de talleres para brindarles herramientas académicas y laborales que les sirvieran más adelante.

Expresión corporal, danza y fotografía fueron los espacios lúdicos que sirvieron de escape al duro pasado de estos muchachos, cansados ya de perderse en los vericuetos de una guerra ajena a su humilde origen campesino. Como durante la violencia jamás pudieron desfogar su creatividad, el tiempo jamás avanzó para ellos hacia adelante sino que se fue enmarañando hasta constituir un tremedal angustioso donde la muerte era su única certeza.

Por eso Espinosa y Yoleiza establecieron como tarea urgente ayudar a los niños a despojarse de sus horrores. Una misión nada fácil, porque desde antes del ingreso a los grupos armados ya se habían convertido en seres discapacitados para el amor, incapaces de confiar hasta en su propia sombra y con una desazón sin remedio. “Un simple abrazo o tomarse de las manos, era algo que no concebían”, evocó Yoleiza.

Fue durante las clases de baile cuando todo comenzó a cambiar, porque los ritmos alegres de la salsa puertorriqueña y los cadenciosos sonidos de la bachata dominicana produjeron en ellos un sosiego tan apremiante, que tuvieron la necesidad irremediable de bailar los unos con los otros. Los talleres de fotografía también fueron una terapia muy efectiva, ya que al observar sus imágenes inmortalizadas en la pantalla de las cámaras digitales, descubrieron que a pesar de los estragos de la guerra aún conservaban la belleza angelical de sus rostros.

Rumbo al posconflicto

Las cifras del reclutamiento de menores en los grupos armados irregulares de Colombia son alarmantes. Según datos del Centro de Memoria Histórica de Colombia, entre 1999 y 2013 han ingresado unos 18.000 niños que luego, cansados de la degradación de la guerra, terminaron huyendo o capturados por las Fuerzas Armadas; y al menos la tercera parte fue acogida por el programa de protección del ICBF. Así comenzó el restablecimiento de un nuevo orden en sus vidas: unos regresaron a sus casas cuando se les garantizaron sus derechos básicos, mientras que otros fueron adoptados en hogares sustitutos. Lo cierto es que estos niños que se encuentran en proceso de readaptación en una sociedad que ayer los rechazó, hoy son blanco de estigmatización.

“En el 90% de los casos se les aleja de sus lugares de origen porque en sus hogares fueron agredidos o por haber sido declarados objetivo militar por parte de los grupos que alguna vez conformaron”, declaró Espinosa. Fugarse de estas facciones es considerado como un acto de traición que se paga con la vida. Si se logran refugiar en algún paraje recóndito o quedan bajo la tutela del Estado, tienen que cuidar muy bien sus pasos y evitar cualquier recuerdo o comentario que los comprometa con ese pasado tormentoso.

Así lo constató Yeison (nombre supuesto), un reinsertado al que enviaron muy lejos de su vereda y, un día cualquiera, se encontró frente a frente con un miliciano. Aquel advenedizo al que nunca había visto antes pero que reconocía como uno de sus antiguos camaradas, le dijo en tono amenazante: “Yo a usted no lo conozco, pero los dos sabemos que venimos del mismo lugar: así que cuídese”. Esto le hizo entender a Yeison que en su condición de desmovilizado cargaba los rezagos de sus andaduras por los caminos pedregosos de la guerra: la forma de caminar aparatosa, la mirada esquiva e impetuosa, su aspecto de solitario empedernido.

En este contexto, la cotidianidad adquiere rumbos premonitorios y desventurados. Mónica (nombre figurado), otra reinsertada que compartió sus experiencias con Espinosa, reveló que el día en que le hurtaron su celular explotó de la felicidad. Caminaba entonces por un paraje solitario de su ciudad cuando dos sujetos se le acercaron por la espalda; ella pensó, en los instantes previos, que esos “tipos de la moto” llegaban para exterminarla por las cuentas pendientes de su antigua vida. Pero cuando corroboró que su intención era apoderarse de su teléfono móvil, vislumbró aquel robo como un acto celestial.

“Con la misma vara que mides, serás medido”, piensa Espinosa. Él y su esposa pretenden mostrarle a los colombianos, con Las niñas de la guerra, que los menores desmovilizados ni son víctimas, ni son victimarios. «Tan sólo son seres humanos que tuvieron sus razones personales para ingresar a estos grupos y hacer todo lo que hicieron. Y ahora que estamos ante un eventual marco de posconflicto, buscan una nueva oportunidad». Entonces, es inevitable hacerse la pregunta: ¿Seremos capaces de perdonarles? La respuesta, alojada en el fuero interno de cada colombiano, quizás contenga las coordenadas de la paz.

*Nombres cambiados para proteger la identidad de los menores.

Esta artículo ha sido previamente publicado por su autor en la revista El Tiempo.

Los nuevos esclavos de Italia: jornaleros forzados por la crisis y el drama de la inmigración

 

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Muchos empresarios agrícolas están aprovechando la continua llegada de inmigrantes a sus costas para explotarlos en sus tierras. Estas personas realizan centenares de kilómetros cada día para llegar al campo, trabajan a más de 50 grados en largas jornadas y cobran entre dos y cuatro euros la hora. La prensa italiana recoge varios casos de personas que han muerto a consecuencia de la dura y extensa jornada laboral. En estas condiciones se encuentran alrededor de 40.000 trabajadores. Los empresarios de las llamadas ‘agromafias’ ganan una media de 10.000 euros diarios explotando a sus trabajadores.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2539498/0/nuevos-esclavos/inmigrantes-jornaleros/italia/#xtor=AD-15&xts=467263

De la independencia a la emergencia: Macedonia

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Según la agencia de noticias griega AMNA, los agentes intentaron dispersar a unos 2.000 inmigrantes, en su mayoría refugiados, que estaban bloqueados en Eidomeni, el paso fronterizo del sur de la Antigua República Yugoslavia de Macedonia./ REUTERS

La agencia griega de noticias AMNA, señaló que hay diez heridos, cuatro de los cuales han tenido que ser trasladados a un hospital del lado griego.

La frontera, según la prensa, ha estado bloqueada desde el miércoles, por lo que grupos de mujeres, hombres y niños resisten las altas temperaturas sin tener un sitio donde alojarse ni poder acceder a los servicios básicos.

En esa zona solo operan los voluntarios de las organizaciones no gubernamentales, que proporcionan a los refugiados comida y asistencia médica básica.

Antes de final de octubre, volverán los 420 españoles desplegados ahora en Afganistán: 99 militares españoles y dos intérpretes muertos alli

Afganistán soldado muerto español

Más de 18.000 militares españoles han pasado por Afganistán. Los primeros 350 llegaron a Kabul en enero de 2002, cuatro meses después del atentado contra las Torres Gemelas. En 2005, España asumió el mando de la base de Herat, al este del país, y se hizo cargo del Equipo de Reconstrucción Provincial de Qala-i-Naw.

Un total de 99 militares españoles y dos intérpretes que trabajaban para las tropas españolas han muerto en Afganistán. El coste total de la misión militar en Afganistán ronda los 3.700 millones de euros.

La misión de las Fuerzas Armadas españolas en Afganistán toca a su fin, cuando falta poco para que se cumplan 14 años de su inicio.

Akihito se aparta de Abe sobre el papel de Japón en la guerra

En el 70 aniversario del fin del conflicto, el emperador nipón se sale de su discurso habitual y expresa un «profundo arrepentimiento»

El emperador Akihito y la emperatriz Michiko, hoy en Tokio. / KIYOSHI OTA (EFE)

El emperador japonés, Akihito, abandonó este sábado su discurso habitual para marcar el 70 aniversario del fin de la II Guerra Mundial en Asia. En una aparente corrección a su primer ministro, Shinzo Abe, que el viernes expresó “la mayor de las penas” pero no pidió disculpas expresas por el papel de Japón en el conflicto, el soberano declaró un “profundo arrepentimiento” por los actos de su país en aquel entonces.

“Reflexionando sobre nuestro pasado y teniendo en cuenta los sentimientos de profundo arrepentimiento sobre la pasada guerra, espero sinceramente que los desastres de la guerra no se repitan nunca”, declaró Akihito en la ceremonia de homenaje a los caídos en el conflicto, 70 años después de que su padre, Hirohito, anunciara la rendición de un Japón conmocionado por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

Como jefe de Estado, el emperador no puede desempeñar un papel político y debe sopesar cuidadosamente sus palabras, e incluso sus gestos. Aunque sí había expresado arrepentimiento en otras ocasiones, nunca lo había hecho en la ceremonia de conmemoración del fin de la guerra, donde hasta ahora siempre había leido exactamente el mismo discurso. El paso de hoy, sin precedentes, supone la declaración más explícita que puede hacer sobre sus opiniones sin salirse de su rol institucional.

El viernes, en un esperado discurso, Abe reconoció que “nuestro país infligió un daño y sufrimiento inconmensurables a gente inocente”, declaró. “Cuando contemplo este hecho obvio, incluso ahora, me encuentro sin palabras y mi corazón se anega de la mayor de las penas”. El primer ministro, de profundas convicciones nacionalistas, añadió que las próximas generaciones de japoneses no deberían estar obligadas a pedir perdón por el conflicto.

China y Corea del Sur, dos países que aún mantienen disputas con Japón por el legado de aquella guerra y que habían dejado claro que el desarrollo de las relaciones bilaterales pasaría por su satisfacción con el lenguaje que empleara Abe en ese discurso, han expresado su decepción.

“Japón debería haber hecho una declaración explícita sobre la naturaleza militarista y agresora de la guerra y su responsabilidad en las guerras; debería haber presentado una disculpa sincera a los pueblos de los países víctimas y marcar una ruptura clara con el pasado de agresión militarista, en lugar de ser evasivo en esta importante cuestión de principio”, ha apuntado la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying.

En Corea del Sur, el principal punto de fricción con Japón concierne al trato a las “mujeres de confort”, las mujeres forzadas a servir como esclavas sexuales en los burdeles militares nipones durante la colonización. La presidenta Park Geun-hye, aunque destacó que Abe ha mantenido declaraciones de otros gobiernos previos sobre el papel de Japón, ha indicado que el discurso contuvo “elementos lamentables”. Específicamente, lamentó que el primer ministro no se refiriera más que de manera oblicua a aquellas mujeres y reclamó que Tokio resuelva el asunto sobre “el honor y dignidad” de esas víctimas de manera adecuada y lo antes posible.

Abe se abstuvo hoy de un acto potencialmente explosivo en las relaciones con China y Corea del Sur: la visita al templo de Yasukuni, donde se honra a los caídos en el conflicto mundial, entre ellos 14 criminales de guerra. Tanto Seúl como Pekín consideran el templo como un símbolo del militarismo nipón.

Aunque el primer ministro, que desató una tormenta en las relaciones con sus vecinos al visitar Yasukuni en 2013, se abstuvo en esta ocasión de acudir al templo, sí envió un árbol como ofrenda. Dos de sus ministros también han asistido este sábado a las oraciones.

El parricida telefoneó a su exmujer para decirle que iba a matar a las niñas

El supuesto asesino utilizó una sierra radial para cortarles el cuello

Moraña 1 AGO 2015 – 23:13 CEST33, EL País, 2/8/15

David Oubel, el hombre acusado de matar a sus dos hijas de cuatro y nueve años en Moraña (Pontevedra), telefoneó a su exesposa, Rocío Vieites, para comunicarle lo que iba a hacer. La mujer se desmayó en medio de la calle y a duras penas pudo alertar a la Guardia Civil. Cuando llegaron los agentes a la casa, encontraron al parricida encerrado en el cuarto de baño y a sus dos hijas degolladas, presuntamente con una sierra radial que el doble homicida había adquirido unos días antes. El juez le envió ayer a prisión.

La investigación del brutal asesinato de las dos hermanas de 4 y 9 años a manos de su padre ha revelado que este empleó una máquina rebarbadora (sierra angular) para cortar el cuello a sus hijas. Oubel, de 40 años, compró la herramienta dos días antes en una ferretería.

Uno de los sanitarios que acudió al escenario de los crímenes relató que el cadáver de la pequeña de cuatro años estaba en una cama, cubierto, mientras debajo, en el suelo, sólo se veían las piernas de la mayor, en una posición que los investigadores interpretan que pudo intentar huir, según personas allegadas a la familia de la madre.

La mujer se desmayó cuando supo lo que iba a ocurrir sin poder evitarlo

Según la reconstrucción de los hechos, el parricida telefoneó a su exmujer, que en esos momentos salía de un banco, para anunciarle su atroz plan y a continuación llamó con el mismo propósito a la Guardia Civil. Rocío se desmayó en medio de la calle y fue asistida por una vecina. A duras penas pudo comunicarse con la Guardía Civil, pero cuando los agentes llegaron a la casa ya era demasiado tarde.

David Oubel, de 40 años, y Rocío Vieites, de 37, ambos de Moraña, se conocieron hace más de una década cuando él regresó al pueblo con sus padres, ya jubilados, y su hermana del País Vasco, a donde habían emigrado. Desde un principio, la familia de ella no estaba de acuerdo con la relación de la pareja, por lo que Rocío se apartó del entorno de sus padres durante bastantes años. El matrimonio vivía en la casa antigua que él había comprado para restaurar y donde el pasado viernes ocurrió la tragedia.

Ella se fue a vivir con las niñas cuando él inició una relación con un dentista

“Se creía superior”

“Él siempre se creyó superior a ella y a su familia y, con razón, a sus padres nunca le gustó la forma de tratarla; era muy dominante y muy presumido, pero a Rocío se la veía muy enamorada”, comenta Carmen, una íntima amiga de la familia.

“Entre el vecindario nadie le tenía simpatía y no caía bien, porque protestaba si uno aparcaba aquí o allá, pero la verdad es que no podíamos pensar en este horrible final, a pesar de que la había amenazado con hacerle daño. Pero ella nunca llegó a darle importancia y pensaba que eran sólo arrebatos”, decía ayer.

Cuando llegó al pueblo, David se dedicaba a administrar fincas y luego amplió la gestoría con una agencia inmobiliaria que atendía con su hermana.

Hace dos años, Rocío se fue a vivir a un piso con sus hijas cuando él le confesó que mantenía una relación con un dentista de Cuntis, una pequeña localidad próxima a Moraña. Un año después se divorciaron de mutuo acuerdo para compartir la custodia de sus hijas.

A partir de entonces, la familia de Rocío volvió a retomar las relaciones con su hija y fueron su apoyo tras la separación. Ella había conseguido trabajar en casa y era traductora para la Seguridad Social. Quería dedicarles más tiempo a las pequeñas y ayudarles en las tareas que traían del colegio, sobre todo a la mayor, que participaba en varias actividades extraescolares, como patinaje y pintura.

En ese momento, él cambió sus amistades de toda la vida por otras relacionadas con su trabajo y su afición por los perros. En este círculo llegó a formar parte en la organización de competiciones caninas como jurado, donde nadie que le conocía pueda explicarse lo ocurrido. “Tuvo que volverse loco de repente o tomar alguna droga”, dijo uno de sus amigos, que comparten con él redes sociales en las que cambiaron su nombre por un crespón negro.

Las constantes fiestas que David organizaba en su casa acabaron hace tres meses en un altercado y una denuncia en la Guardia Civil. Los ruidos y la música alta eran un motivo constante de discusión entre él y el vecindario. Un día le exigieron que bajara la potencia, pero él no hizo caso. Entonces le arrancaron un fusible. David avisó a un electricista pensando que tenía una avería, y cuando el técnico le confirmó que alguien había manipulado la corriente avisó a los agentes y luego los vecinos acabaron denunciándole.

Verbena en la víspera

Hace 15 días, las niñas fueron a la casa de su padre para pasar con él parte de sus vacaciones, coincidiendo con las fiestas patronales del pueblo. La víspera de los homicidios, padre e hijas salieron de noche y estuvieron bailando con otros amigos en la verbena. Uno de ellos —que algunas fuentes aseguran que pudo ser un testigo clave de la tragedia— es la actual pareja de David, un hombre residente en Vigo.

La alcaldesa de Moraña, María Luisa Piñeiro, fue una de las personas que estuvo con ellos durante esta salida nocturna como íntima amiga de la expareja. Ni ella ni nadie en el pueblo podían intuir lo que sucedería a la mañana siguiente. La víspera de la fecha acordada por los padres de las pequeñas para que regresaran con su madre.

A mediodía del viernes, tras anunciar el parricida con total frialdad que iba a poner punto y final a la vida de sus hijas y que él a continuación también se quitaría la vida, la policía de Moraña se movilizó contra reloj para evitar, aunque sin éxito, la enorme tragedia.

Ahora han trascendido detalles de la doble personalidad de David Oubel. Un hombre, de carácter altivo y violento, que trataba de dominar a su exmujer a la que al menos en una ocasión llegó a ponerle las manos en el cuello delante de varios familiares y a la que había amenazado con hacerle daño a sus hijas. Un incidente que se puso en conocimiento de la Guardia Civil y que aparece en los antecedentes de las diligencias que instruye el juzgado de Caldas que investiga los crímenes.

Hace un año fue denunciado también cuando intentó asfixiar a su médico de cabecera en la consulta del centro de salud de Moraña. Una agresión que fue evitada por varios facultativos que presenciaron los hechos y varios pacientes que trataron de defender a la doctora. Esta puso denuncia que se admitió a trámite y que está pendiente de juicio, según testigos del caso.

El País,2/8/15

Siria, kurdos, Isis: cuando las potencias echan lastre

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Conviene dedicar atención a las nuevas alianzas y movimientos que surgen desde el pacto con Irán y por la dimensión real que parece haber tenido ese convenio. Muchos de los instrumentos que fueron útiles antes dejan de serlo en este presente, el ISIS, los kurdos sirios y muy posiblemente el régimen de Damasco. Como un «Yalta de estos tiempos», recordando la conferencia que dividió el mundo de la segunda posguerra.

Autor:

  • Marcelo Cantelmi, Clarín, 1/8/15
  Así como Arabia Saudita en Yemen, la actual ofensiva militar turca sobre Siria tiene un primer carácter preventivo. Es el camino por el cual estas potencias regionales se adaptan al rediseño de un escenario en el cual buscan prevalecer. Pero eso es la mitad de lo que realmente sucede.

Apenas horas después de consumarse el pacto en Viena entre Occidente e Irán que repotenció al adversario persa, Ankara se lanzó militarmente sobre territorio sirio con el objetivo declarado de recortar la influencia de la anomalía táctica en que devino la banda terrorista ISIS. Pero su blanco adicional y más significativo fueron las fuerzas del pueblo kurdo en Siria, una amenaza existencial para los intereses turcos. De modo tal que Turquía pasó en horas de una neutralidad calculadora a involucrarse en dos frentes simultáneos de combate en uno de los bastiones del poder iraní en la región. Sin embargo las reacciones por esos movimientos no tienen el nivel que hubieran alcanzado en otros momentos.
No hace mucho la amplia frontera entre Turquía y Siria estaba en manos de una manada de siglas de movimientos rebeldes, fundamentalistas, kurdos e incluso ligados a las hilachas de Al Qaeda y esencialmente el propio ISIS, todos enfrentados entre sí y todos contra el régimen pro-iraní de Bashar Al Assad. En ese desorden acabó prevaleciendo la acaudalada organización yihadista que llegó a controlar cerca de mil kilómetros del límite binacional, desde el cual y en todas direcciones se podía visualizar su bandera negra. Eso sucedía en medio de una sugestiva serenidad en el espacio turco. Especialistas como Jonathan Schanzer, en Business Insider tradujeron esa calma tan diferente al infierno del otro lado, como “el mayor indicador de un vínculo de la inteligencia del AKP (el partido gubernamental turco) con el ISIS”. ¿Qué cambió? Los ataques norteamericanos al frente de la coalición creada formalmente para fulminar a esa organización medieval, fueron los que modificaron la ecuación. Los integristas acabaron dispersándose u obligados a transformar su logística, particularmente tras la simbólica derrota en Kobane del año pasado. En su lugar se fortaleció la milicia kurda del YPG, triunfante en esa ciudad fronteriza, y brazo armado de un partido de esa etnia en Siria y vinculado al célebre PKK que Turquía ha combatido por décadas hasta una tregua en 2012.
Según la revista online norteamericana The Globalist, los kurdos sirios que controlaban tres enclaves aislados se fortalecieron en ese revuelo hasta conquistar en mayo pasado un area continua de unos 400 kilómetros en el límite y frente a las narices turcas. Ankara temía que el grupo uniera esos enclaves con otros territorios que incluyeran la estratégica Azaz en el camino a Aleppo y plantaran soberanía. Ese fue el límite.
“Nunca permitiremos el establecimiento de un nuevo Estado en nuestra frontera con Siria”, advirtió el presidente Recep Tayyip Erdogan, en la primera de una catarata de declaraciones justificatorias que agravó el canciller Mevlut Cavusoglu al sostener que “no se puede decir que los kurdos son mejores porque combaten al ISIS”. Desde una lectura directa, ese giro debería complicarle a Ankara su relación con Washington que destaca a la milicia kurda como la fuerza más efectiva contra el integrismo en el norte sirio. Pero es improbable que esto haya sucedido sin el consentimiento de la Casa Blanca.
Turquía, como el propio EE.UU., consideraría que “el ISIS es una entidad paraestatal de existencia efímera que tarde o temprano será derrotada militarmente y se reconvertirá en una insurgencia sin territorio al modo habitual”, como acaba de resumir Francisco José Berenguer, un teniente coronel, analista principal del Instituto Español de Estudios Estratégicos. Pero los kurdos son otra cosa, y su crecimiento puede ser permanente, algo que no preocupa a Washington pero espanta a Ankara, que tiene a millones de integrantes de ese pueblo apátrida en su territorio y ya son la tercera fuerza electoral. Dicho de otro modo, ahora Europa y EE.UU. están dispuestos a desentenderse de los kurdos sirios, su primer aliado contra la banda integrista y a quienes estaban entrenando y armando, y, en cambio, sostener a Turquía y sus intereses que son excluyentes.
No es la primera vez que los kurdos beben de ese jarabe. Después de la Primera Guerra Mundial, en la que combatieron junto a Europa contra los otomanos, acabaron traicionados por sus aliados a la hora de cumplirse la promesa de entregarles un espacio nacional. Solo una parte de ellos cuenta hoy con una región federal que edificaron de facto en el norte de Irak tras sumarse a EE.UU. en el derrocamiento de Saddam Hussein.
Hoy como antes, los kurdos serían el lastre de estas mutaciones, del modo en que, en su medida, lo es el ISIS y la propia dinastía alawita que controla desde hace más de cuatro décadas Siria. Ankara, segunda fuerza en cantidad de tropas de la OTAN, se lanza sobre ese país árabe para crear zonas protegidas, en tierra y por aire, primero en la frontera y seguramente luego más allá, para asfixiar al integrismo y fortalecer las fuerzas regulares prooccidentales que han venido luchando contra Assad desde marzo de 2011. Ese movimiento que tiene como víctimas laterales a los kurdos, alcanza sentido por el llamado de Washington, incluso a Irán, para que el paso siguiente a los acuerdos de Viena remueva al régimen de Damasco. Si antes se freno la mano de Turquía ahora se la estrecha. En esta concertación lo que se busca es controlar la transferencia de poder de un Estado en disolución.
Irán acaba de anunciar que también entrará en la guerra contra el extremismo, aludiendo a Siria donde despachó hace tiempo asesores militares. Pero nada asegura que esa estrategia incluya preservar a Assad en el nuevo escenario táctico que se ha abierto. Quizá nada se pierda. Teherán ya antes sacrificó su gobernante títere de Irak por otro de consenso con EE.UU. que también le responde. Pero hay más. Turquía depende del petróleo y el gas que le proporciona Rusia, un país que comparte con Irán la alianza con el régimen de Damasco y también con los kurdos. Sin embargo, el Kremlin no ha expuesto esa baraja para detener el impulso intervencionista turco. Eso añade la noción desafiante de que Viena posiblemente haya sido mucho más que una negociación del 5+1 para detener el plan nuclear en ciernes persa. Acaso una Yalta en miniatura de estos tiempos, como aquella conferencia que dividió el mundo tras la segunda matanza del siglo pasado.
Copyright Clarín, 2015.