Por VICENTE TOVAR, El Mundo, 21/8/18

Hasta ahora nuestra Europa se había convertido en una referencia ideal para personas inmigrantes que procedían de países donde no se respetan los derechos o donde sufren incluso persecuciones. Europa ha sido siempre una tierra de acogida. De ahí que haya causado más que sorpresa la actitud que están mostrando algunos gobiernos de la Unión de rechazar la llegada de inmigrantes, que está acaparando titulares en estos días.
No es un problema de fácil solución ya que esta llegada masiva puede llegar a desestabilizar la propia Unión, si no se hace de una manera ordenada y racional y de ahí la necesidad de realizar políticas conjuntas, incluyendo a los países de procedencia de los inmigrantes, donde se fijen cuotas que Europa pueda soportar para que puedan tener las atenciones y ayudas necesarias y donde se fijen, sobre todo, políticas de inversión en esos países del tercer mundo a la vez que políticas de represión de las mafias que trafican con seres humanos.
La inmigración como fenómeno social que marca la agenda de gobiernos y políticas que hasta el momento no parecen haber dado mucho resultado, no es ni más ni menos que el resultado de la desigualdad entre países de primera y de segunda, cuyos ciudadanos tienen el derecho de buscar una oportunidad de mejora. Y ante este contexto, la Unión Europea debe hacer gala de la solidaridad con aquellos que han tenido menos suerte.
Como entidad supranacional la Unión debería llegar a acuerdos con los países de origen desde los que se producen estas oleadas de migrantes, promover las condiciones para la democratización y desarrollo de los mismos, así como su compromiso con los derechos humanos. En otras palabras, a Europa le toca gastarse el dinero para mejorar la situación de África y no hay tercera vía. O eso, o su acogida de forma repartida y compensada entre todos por igual.
Cuando un inmigrante llega a España lejos de haber finalizado su viaje, se encuentra un panorama bastante desalentador. En primer lugar, si ha entrado por la frontera de Marruecos a las ciudades de Ceuta y Melilla, en 10 días será devuelto a este país en virtud de un tratado firmado por ambos países donde Marruecos se compromete a «readmitir» en su territorio a los nacionales de terceros países que hayan entrado en territorio español por medio de Marruecos (es lo que se llama devoluciones en caliente).
Respecto a los demás países, el inmigrante probablemente solicitará la petición de asilo mediante su asistencia jurídica gratuita, y en caso de que sea concedida, adquirirá la condición de refugiado. En los demás casos, será expulsado, aunque no se podrá hacerlo si su solicitud de asilo sigue tramitándose, no se sabe la verdadera nacionalidad, o si no existe un tratado de repatriación con su país de origen.
Pero lo que más preocupa y sobre lo que se debe hacer especial mención es a la compleja situación de los inmigrantes menores de edad no acompañados, los llamados «MENA». La organización Save The Children da un dato muy significativo que refleja la dificultad de la situación con respecto a estos menores: «en 2017 fueron mas de 2.500 los menores no acompañados que llegaron a España, un 60,4% mas que el año anterior».