Paro y libertad de expresión

Censura incorporada de muy buenas maneras

Han cambiado muchas cosas, pero en lo que a libertad de expresión se refiere,  el fondo de la cuestión permanece igual o peor: La censura ya no es directa, ya no hay instituciones inquisitoriales, ni censores designados al efecto, ni estados de excepción pero de ahí a pensar que funcione de hecho el pluralismo democrático o el ejercicio de la libertad, eso ya sería muy difícil de admitir. Hoy día  los poderes, los condicionamientos y las presiones directas e indirectas adquieren tal dimensión que al individuo le resulta poco menos que ilusorio o  irrisorio plantearse lo de la libertad de expresión, como no sea en plan celebración o de fuegos artificiales .

De hecho ahora la cosa es mucho mas sutil, mas pulimentada, mas hipócrita  y con mucha mejor apariencia, porque  todo el componente vergonzoso que tenía la inquisitorial hispana ha quedado perfectamente camuflado y apenas se nota. Sí,  de hecho basta con tener las colas del paro bien rebosantes, tal como están y todo lo demás viene por añadidura. Son las  libertades cercenadas. Bastará con ejercer adecuadamente los habituales mecanismos de selección y promoción pertinentes, para que el joven y el adulto, las mujeres y los hombres  puedan quedar «trincaos» simplemente por ejercer su derecho al trabajo. Ya no hace falta violentarse públicamente expresando su adhesión inquebrantable a nadie,  ahora, dadas las inadmisibles cifras de desempleo,  en el mismo paquete de la simple promesa de un hipotético empleo, ya se sabe que entra todo lo demás: un buen número de libertades cercenadas y entre ellas, por supuesto, la libertad de expresión.