La incorporación de las mujeres a las tareas públicas es uno de los hechos más modernizadores y trascendentes de las democracias del XX y XXI, por ello hoy resulta una buena ocasión para celebrar este gran acierto y enriquecimiento de la representatividad social. Para valorar el alcance de la llegada a las decisiones de esta otra mitad del género humano tan diferente. y creativa.
Reflexionar sobre lo que va a suponer esta presencia es abrir perspectivas muy esperanzadoras dentro de una trayectoria, en la que hemos avanzado mas y mejor de lo que nunca pensamos y en la que se está produciendo, serenamente, la mayor transformación social de las políticas de igualdad del ser humano.
Es cierto que en este largo camino que tantos años y trabajo nos está costando, sólo hemos comenzado a dar los primeros pasos: Hemos llegado a la presente normalización o paridad, a través de las “políticas de igualdad” que necesitamos seguir manteniendo; a través de la igual consideración y trato entre hombres y mujeres; a través de la participación política como derecho democrático de la persona, indistintamente de que ella sea hombre o mujer.
Pero una vez alcanzada la presencia institucional equilibrada, es ahora cuando comenzamos a entrever su enorme potencial de cambio: su esperanzadora realidad diversa; la diferente impronta que le dan representantes y gestores; o sus nuevos modelos y actitudes de cooperación hombre-mujer.
Celebremos hoy esta nueva dimensión política que abre la participación de las mujeres en las instituciones, cargos y asociaciones porque, de la mano de su incorporación, llegan las mejores perspectivas de acción conjunta en las diferentes facetas de la vida pública.
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María Izquierdo Rojo